viernes, 29 de enero de 2010

La Caja De Pandora..


Uno de los temas que han inquietado el interés de los hombres a lo largo de toda su historia es la creación del mundo. Los antiguos griegos tenían su propia forma de contar la historia, que era como sigue:
Antes que fueran creados la tierra, el mar y los cielos, todas las cosas tenían el mismo aspecto, al que llamaban Caos, una masa confusa y sin forma, un peso muerto en el cual, sin embargo, estaban las semillas de las cosas. Como la Tierra, el Aire y el Agua estaban mezclados, la tierra no era sólida, el mar no era fluido ni el aire transparente.
Dios y la Naturaleza pusieron fin al desorden, separando la tierra del mar y al cielo de ambos dos. Luego, Dios y la Naturaleza se las arreglaron para disponer mejor la Tierra y distribuyeron los ríos, las montañas y las bahías, dibujaron los valles, los bosques y las planicies. El aire se esclareció y las estrellas fueron apareciendo. Los peces tomaron posesión del mar, los pájaros del aire y las bestias de cuatro patas se apropiaron de la tierra.
Pero era necesario un animal más noble, y entonces se hizo al Hombre. Prometeo tomó un poco de tierra, donde todavía se mezclaba con un poco de cielo, y mojándola con un poco de agua, moldeó en el barro al hombre, haciéndolo a imagen de los dioses, erguido, para que al revés de los otros animales, el hombre se levante hacia los cielos y observe las estrellas.
Prometeo fue uno de los Titanes, una raza de gigantes que habitó la Tierra antes de la creación del hombre. A él y a su hermano Epimeteo fue encargada la tarea de hacer al hombre, y proveerlo, tal como a los otros animales, de las facultades necesarias para su preservación. Epimeteo fue el obrero y Prometeo vigiló el trabajo. Así fueron otorgando a los diferentes animales de coraje, fuerza, rapidez, sagacidad; garras para uno y alas para el otro, etc... Pero cuando llegó el momento de dar sus dones al hombre, que tenía que ser superior a todos los demás animales, Epimeteo había sido tan pródigo con sus recursos que ya no le quedaban dones.
Prometeo entonces, para subsanar la situación, subió al cielo y, con la ayuda de Atenea, encendió su antorcha en el carro del Sol, y le regaló el fuego a los hombres. Este don hizo al hombre mucho más que todos los animales. El fuego permitió al hombre fabricar armas para vencer a los animales y herramientas para cultivar la tierra, pudo calentar su casa para independizarse del clima, y finalmente introdujo las artes y la moneda, lo que significa intercambio y comercio.
La mujer todavía no había sido creada. La leyenda cuenta que Zeus hizo a la mujer y la envió a Prometeo y su hermano para castigarlos por haber robado el fuego... y también para castigar al hombre por haber aceptado el don.
La primera mujer fue Pandora. Fue hecha en el cielo y todos los dioses contribuyeron en algo para perfeccionarla. Afrodita le dio belleza, Hermes la persuasión, Apolo la música, etc... Así equipada, Pandora fue llevada a la Tierra y presentada a Epimeteo que la aceptó feliz, a pesar de los temores de su hermano, que no confiaba en Zeus y sus regalos.
Epimeteo tenía en su casa una habitación donde guardaba algunos objetos que no había alcanzado a repartir por la Tierra. Entre ellos un baúl. Poco a poco fue creciendo en Pandora una gran curiosidad por conocer el contenido de dicha caja; finalmente, un día quebró el sello y abrió la tapa para mirar dentro. Pero en ese mismo momento escaparon de la caja una multitud de plagas para atormentar a los hombres, como la gota, el reumatismo y los cólicos para el cuerpo, y la envidia, la ira y la venganza para el alma, y estos males se repartieron por todas partes.
Pandora se apresuró en cerrar la caja, pero ya era tarde, todo el contenido de la caja había escapado, exceptuando una sola cosa que yacía confundida al fondo, esa era la esperanza. Desde entonces, aunque los males nos acechen, la esperanza nunca nos deja por entero. Y mientras tengamos un poco de esperanza, ningún mal puede derrotarnos completamente.
Otra versión de esta misma historia cuenta que Pandora fue enviada por Zeus al hombre como un signo de bendición. Como regalo de matrimonio, ella fue dotada por todos los dioses con bienes que guardaron en una caja. Pandora abrió accidentalmente la caja y todos las bendiciones escaparon, menos la esperanza.
Según varios comentaristas, esta es la versión correcta porque ¿cómo podría una virtud tan sutil como la esperanza estar guardada con todo tipo de males?
Sigue contando la leyenda griega que desde cuando la Tierra estuvo poblada, han sucedido las edades. La primera fue una era de inocencia y felicidad, llamada la Edad de Oro. La verdad y el derecho permanecían siempre vigentes, aunque no estaban obligados por ninguna ley escrita, ni hubiese magistrados encargados de hacerlos cumplir, ni castigos para los infractores.
En esa época los bosques no eran talados para construir navíos, ni tampoco para levantar fortificaciones alrededor de las ciudades. No había espadas, lanzas ni yelmos. La Tierra entregaba lo suficiente para la supervivencia de los hombres, sin que fuera necesario el trabajo de sembrar o recolectar. En esa edad, decían los griegos, reinaba una eterna primavera, y los ríos fluían con leche, vino y miel amarilla destiladas de los arces.
A esta era feliz, sucedió para los hombres, la Edad de Plata, inferior a la del Oro, pero superior a la de Bronce, que vendrá después. Al comienzo de la Edad de Plata, Zeus acortó la primavera y dividió el año en estaciones. Se endurecieron los extremos del frío y el calor, y fue necesaria la construcción de las casas. También fue necesario desde entonces sembrar los granos para conseguir una germinación adecuada. Y se comenzaron a redactar las primeras leyes y nacieron los primeros funcionarios encargados de vigilar su cumplimiento.
La Edad del Bronce fue más salvaje, las leyes se transforman en códigos y los hombres se muestran dispuestos a atacar apenas ven a otro más débil.
Pero la era más dura, la peor, es la Edad del Hierro. Dicen los griegos que en esa época, el crimen se entronizará en la sociedad humana; la modestia, la verdad y el honor no serán considerados más que como palabras vacías, el lugar que ocupaban como valores humanos, serán reemplazados por el fraude, el engaño, la violencia y el enfermizo afán de ganancia. Los marinos navegarán por todos los mares y los árboles serán desprendidos de las montañas. La Tierra, que hasta ahora había sido cultivada en común, comenzó a ser dividida en posesiones particulares y los hombres, insatisfechos con la producción de la superficie, comienzan a horadarla para extraer las riquezas de su interior. Entonces se produjo el engañoso hierro y el oro, más peligroso aún. Usando ambos metales como armas, la guerra se extenderá por todas partes. El visitante no estará a salvo en la casa del amigo; hijos y padres, hermanos y hermanas, maridos y mujeres desconfiarán el uno del otro; los hijos querrán que sus padres mueran, para heredarlos; desaparecerá el amor familiar y la Tierra se cubrirá de risas falsas y los dioses la irán abandonando uno a uno. La última en dejar la Tierra será Astrea, la inocencia y pureza, hija de Themis, la justicia.
Viendo este estado de cosas, Zeus arderá de ira y convocará a un congreso de dioses. Todos obedecen el llamado y toman camino hacia el palacio de los cielos. El camino, que uno lo puede ver claramente en las noches, en el centro de cielo: la Vía Láctea. A lo largo del camino se encuentran, según los antiguos griegos, los palacios de los dioses más ilustres, los seres corrientes del cielo viven en cambio a ambos lados de la Vía.
Una vez reunidos los dioses, Zeus se dirige a la asamblea describiendo el espantoso estado de la Tierra y termina anunciando su decisión de destruir a la totalidad de sus habitantes para crear una nueva raza, distinta de la anterior, que sea más feliz de vivir y así alaben mejor la grandeza de los dioses.
Apenas terminó de hablar, Zeus toma uno de sus rayos y cuando iba a arrojarlo contra la Tierra para destruir mediante el fuego a sus habitantes, cuando se dio cuenta de que una conflagración así pudiera poner en peligro a los propios cielos y cambió de táctica.
Amarró al viento del norte y soltó las cadenas que aprisionaban al viento del sur. Pronto un manto de nubes negras cubrió la Tierra dejando caer torrentes de lluvia. Las plantas de granas se tendieron y la labor de los campesinos quedó destruida en menos de una hora.
No contento aún, Zeus llamó a su hermano Poseidón, el dios de las aguas terrenales. Éste sacó de madre a los ríos que inundaron la Tierra al mismo tiempo que ordenaba un terremoto que hizo caer el flujo de los mares sobre las playas. Castillos, hombres, animales y casas fueron barridos por las aguas embravecidas.
Cualquier gran edificio intacto era asaltado por las olas y pronto sus torres quedaban sumergidas.
Los textos y las tradiciones clásicas se explayan en la descripción de esta destrucción hasta que finalmente no quedó sino agua sobre la superficie de la Tierra, sólo el Parmaso, elevado sobre todas las montañas, se levantaba sobre las aguas.
Allí buscaron refugio los únicos sobrevivientes. Deucalión y su mujer, Pyrra, ambos de la raza de Prometeo. Él era un hombre justo y Pyrra una mujer con gran fe en los dioses.
Apenas Zeus vio que estaba todo devastado y sólo quedaban estos sobrevivientes, soltó al viento del norte para que despejara las nubes y separase los cielos de la tierra. Poseidón ordenó a Tritón que soplara su cuerno. Las aguas obedecieron y poco a poco recuperaron su cauce normal, aparecieron otra vez las playas y los ríos volvieron a sus cauces.
Entonces Deucalión habló así a su esposa: "Esposa, única mujer sobreviviente, antes nos unió el matrimonio y la crianza de los hijos. Ahora nos une un peligro común. Tal vez haya recaído sobre nosotros el poder de nuestro antepasado Prometeo, y tendremos que renovar la raza humana tal como él lo hizo la primera vez. Pero como no estamos seguros, vamos al templo y preguntemos a los dioses lo que debemos hacer".
Entraron al templo, deformado por el cataclismo y se acercaron al altar donde ya no ardía el fuego sagrado. Se postraron en tierra y rogaron por una inspiración divina que les permitiera resolver la miserable situación en que estaban. El oráculo respondió así: "Abandonen el templo con la cabeza velada, las vestiduras sueltas y vayan arrojando detrás los huesos de vuestra madre".
Escucharon asombrados. Finalmente Pyrra comentó: "No podemos obedecer, ¿cómo vamos a profanar los restos de nuestros padres?"
Ambos cayeron después en una profunda meditación. Hasta que Deucalión dijo: "O me engaña mi inteligencia o hay una sola forma de cumplir este mandato sin caer en la impiedad. La Tierra es la gran madre de todo y las piedras son sus huesos. Esos son los huesos que podemos arrojar detrás nuestro sin ser impíos... Creo que eso es lo que quiere decir el oráculo, y por último, no haremos daño intentándolo".
Así, velaron sus cabezas, se desataron las vestiduras, cargaron numerosas piedras y las fueron arrojando a sus espaldas a medida que caminaban.
Y entonces sobrevino el milagro: las piedras crecieron, haciéndose más suaves y adquiriendo formas humanas, como pedazos de rocas en las manos del escultor. Las piedras que arrojaba Deucalión se convertían en hombres y las de Pyrra en mujeres. Y así los dioses, eso decían los griegos, repoblaron la Tierra con una raza más acostumbrada al trabajo.


Este viejo mito ha de sobrevivir hasta nuestros días no sólo en las creencias y las frases populares, sino que ha sido recreado por numerosos poetas y escritores.
Así, la comparación entre Eva y Pandora es obvia y no se le escapó a John Milton, el gran poeta inglés, que la introdujo en el Libro IV de su Paraíso Perdido. A su vez, Prometeo ha sido un personaje abundantemente recogido por los escritores. Como arquetipo, Prometeo representa un poder amable, amigo de la humanidad, maestro de la civilización y de las artes. Claro que al hacerlo, transgrede la voluntad de los dioses y finalmente se hace acreedor al castigo de Zeus.
El rey de los dioses lo hizo encadenar al monte Cáucaso donde un águila le comía a picotazos el hígado que crecía tan rápido como era devorado. Este tormento, dice la leyenda, pudo terminar en cualquier momento porque Prometeo sabía un secreto que afectaba la estabilidad del trono de Zeus. Prometeo se negó a revelar dicho secreto, transformándose así en el símbolo de la voluntad resistiendo a la opresión y del magnánimo martirio ante el sufrimiento inmerecido.
Byron y Shelley también tomaron este tema y recién a comienzos de siglo XX, Franz Wedekind, reactualizó el tema con una obra de teatro: Der Buchte von Pandora, que más tarde se transformaría en "Lulú", la famosa opera de Alban Berg.

sábado, 9 de enero de 2010

Lamia


Lamia

Historia:
Lilith dió a luz una hija de Adán a la que llamó Lamia. De esta Lamia se supone que descienden el resto de las Lamias. Originalmente eran un culto mortal femenino dedicado a ensalzar a la Lilith "la Madre Oscura". Su dirigente adoptaba el nombre de Lamia.

Una noche Lazarus, de los Capadoccio y no de los Lasombra, visitó el templo de las Lamias y quedó enamorado de la actual Lamia. Sin poder resistirlo la Abrazó y comenzó a instruirla en los asuntos de la Estirpe. Lamia al parecer le contó algo a su Sire que hizo que este la abandonara y que la evite hasta el día de hoy.
Lamia fue acogida entre los Capadoccios e instruida por el mismísimo Japeth. Siempre se mantuvo a parte y fundó su propia línea de sangre adoradora de la muerte en la forma de la Madre Oscura.

Las Lamias se mantuvieron siempre al lado de los Capadoccios. Tenían tambien una insaciable sed de conocimientos, pero más abocadas a la práctica que a la teoría como los Capadoccios. Sirvieron como guardaespaldas de los Capadoccios hasta su destrucción. Lamia fue muerta finalmente por Augustus Giovanni y la última Lamia murió en 1747 como víctima de una caza de Sangre. Siempre sospecharon de los Giovanni y siempre hubo una gran hostilidad entre ambas líneas de Sangre.

Debilidad:
Las Lamias son portadoras de "la semilla de Lilith". Cualquier persona de la que se alimenten ha de superar una tirada de resistencia (Dif 6 para mujeres, 8 para hombres) Si no la pasan quedan infectados de una enfermedad parecida a la peste negra que resulta mortal a los pocos días. Los vampiros que beban sangre de Lamia no mueren, pero se vuelven portadores de la enfermedad.

Disciplinas: Potencia, Mortis, Deimos.

DEIMOS:

* Susurros al alma: La Lamia puede susurrar uno de los nombres secretos de Lilith al oído de su víctima, que a partir de ese momento es acosada por pesadillas y espantosos pensamientos acerca de su destino durante las horas de vigilia.

Sistema: La Lamia debe susurrar el nombre (sólo puede afectar a un enemigo a la vez).La víctima tiene que pasar una tirada de Fuerza de Voluntad ( Dif 8 ) o sufrir horribles visiones y pesadillas un día y una noche por cada punto de Percepción de la Lamia.Mientras duren los efectos, la víctima restará 1 a todas sus reservas de Dados.

** El Beso de la Madre Oscura: Gracias a sus estudios de la muerte, la Lamia es capaz de invocar una fuerza entrópica que absorbe la vida. Es posible transmitirla a través de un mordisco, matando a sus enemigos con notable presteza.

Sistema: La Lamiaexpectora un Punto de Sangre, con el que cubre sus labios, haciendo de su mordedura un ataque todavía más letal. La víctima sufre el doble de daño habitual ( y es agravado).

*** Icor: Las Lamias suelen usar cadáveres como objetos de estudio y veneración, lo que les ha permitido adquirir conocimientos sobre la anatomía Cainita.Una Lamiacon este nivel de Deimos es capaz de transformar uno de sus cuatro humores corporales en una repulsiva susstancia.

Sistema: Gastando dos Puntos de Sangre, la Lamia puede segregar una versión corrupta de uno de sus cuatro humores corporales:flemático, melancólico, bilioso o sanguíneo.Este icor se mezcla en la bebida de la víctima, o se utiliza como agente de contacto (basta con el contacto con la piel : no es necesario que el icor alcance la corriente sanguínea).La víctima debe pasar una tirada de Resistencia a Dif 8 para evitar los efectos. Sólo puede segregarse un tipo de icor por escena, y los Puntos de sangre gastados no proporcionan más que una dosis.

Los tipos de icor son:
Flemático: Induce a la somnolencia;resta 2 a las Reservas de Dados de la víctima por el resto de la escena.
Melancólico: Induce visiones de muerte; la víctima es incapaz de usar su Fuerza de Voluntad por el resto de la escena.
Sanguíneo: Provoca hemorragias excesivas;cualquier herida de corte, tajo o punción empieza a supurar , haciendo que la víctima pierda un Nivel de Salud adicional al turno siguiente.
Bilioso: Toxina letal;la víctima sufre tantos niveles de daño (norma) como puntos tiene el vampiro en resistencia. Es posible absorver el daño.

**** Desgarrar el manto: Mediante el prohibido estudio de los cadáveres, la Lamia alcanza la comprensión de su propio estado no muerto.Bebiendo la sangre de un cadáver frío, puede transformar sus propios humores y adquirir poderes relacionados con la muerte.

Sistema: La Lamia debe beber al menos cinco Puntos de Sangre de un cadáver ya frío, gastándolos durante el acto de invocación de este poder.El jugador puede sumar dos dados a todas las tiradas de absorción de daño e ignorar por completo las penalizaciones por heridas durante el resto de la escena. La Lamia puede atisbar en las Tierras de las sombras pasando una tirada de Percepción + Ocultismo (a Dif variable:6 en un lugar embrujado, 8 habitualmente, 10 si se trata de una zona santificada).Por último, el vampiro adquiere la facultad de percibir la salud relativa de los seres a los que observa (si están heridos, enfermos y de cuanta gravedad;si sufren dolencias místicas,...).

***** Hálito Negro: La Lamia puede exhalar el leteo hedor de la tumba de sus víctimas, que quedan abrumadas por la desesperanza y la depresión.

Sistema: El personaje debe gastar dos puntos de FV y pasar una tirada de Resistencia+ Tiro con Arco (Dif 7).Es posible esquivar la nube de aliento.Los mortales (incluyendo Lupinos y magos) atrapados pro el Hálito Negro quedan abrumados instantáneamente por el poderoso impulso de la muerte: a menos que consigan más éxitos en una tirada de FV(Dif 8) que la Lamia en su tirada de ataque, cometen suicidio inmediatamente, de la forma más expeditiva posible.Aun teniendo éxito en la tirada, la víctima fantasea con la muerte restando 2 a todas sus reservas de dados por el resto de la escena.

El Hálito Negro afecta de forma distinta a los vampiros.El Cainita atrapado por el aliento de la Lamia hace también la tirada de FV, pero si falla, se sumerge en un letargo durante un período que depende de su puntuación de Vía (ver pag 243 del básico).Es muy probable que un vampiro sea presa de sentimientos morbosos, por lo que se les aplica también la penalización a las Reservas de Dados.

***** * Las Invocaciones de Lilith: La sangre de la Lamia puede olerse en el mundo de los muertos.Escupiendo sangre sobre su blanco, el personaje pone una "marca" sobre él, haciendo que los Espectros(wraiths malévolos) se ceben con la víctima.Tamién es posible usar la sangre de forma más ritualista para invocar a Espectros, aunque el poder no ofrece control sobre los Espectros llamados.

Sistema: El personaje gasta tres puntos de sangre escupiendo sobre la víctima (Destreza+Tiro con Arco a Dif 7).La sangre puede lavarse, pero la mancha mística permanece por el resto de la escena, a lo largo de la cual llegarán los Espectros.Puedes encontrar sus características en Wraith: El olvido y Reflejo Oscuro: Espectros.Si no en Vampiro: Edad Oscura.